sábado, 28 de febrero de 2015

Muere el mejor ministro de Trabajo de la Historia de España. Licinio de la Fuente

Licinio de la Fuente (1970).jpgAyer me enteré del triste fallecimiento de Licinio de la Fuente, aunque tuve el placer de conocerle en vida, es una lástima. Pues es otra de las figuras denostadas, por ser del franquismo. Pero pocos se han detenido en analizar su participación política y sobre todo sus logros, en primer lugar hizo enormes cosas para su provincia Toledo. Pero en sus casi 6 años de ministro de Trabajo, puso la Seguridad Social a la altura de los mejore países de Europa y posiblemente de la que se sentirá siempre a gusto esté done esté, será la creación del Centro de Parapléjicos de Toledo, que ha hecho auténticos milagros con personas que en otros lugares no hubieran podido andar en su vida. Franco siempre tuvo confianza en él y la prueba es que durante su mandato estuvo el paró siempre por debajo del 4%. Se formó en la Complutense, en una humilde familia de agricultores, quizás por ello era un hombre cercano que vivía la realidad. Nació en 1923 y es curioso que en la Guerra Civil, al estar en zona republicana fue uno de los niños seleccionados por sus buenas notas, para llegado el caso ser evacuados a la URSS. Estudió Derecho y ganó una oposición a la Abogacía del Estado. Siempre fue un patriota pero hasta los años 50, no se afilió a Falange con interés político. Se convertiría en Gobernador Civil de Toledo, consiguiendo modernizaciones y que Toledo se beneficiaria ampliamente del desarrollismo, por otro lado preservó su historia y mantuvo el encanto que aún hoy hay que admirar en dicha ciudad.  De 1969 a 1975 fue ministro de Trabajo. La lástima es que si no se le hubiera cesado, posiblemente el paro se hubiera controlado mejor en la transición. Llegó a ser vicepresidente de España, en el gobierno de Arias Navarro, pero dejó al cargo al ser Licinio más aperturista y estar a favor de la huelga siempre que esta fuera justificable o se cometieran injusticas laborales. Después creó un partido que se adhería Alianza Popular. Licinio estaba a favor del cambio, pero se cree que con la legalización del partido comunista, pero peor aún por las concesiones autonómicas y a las izquierdas en algunos sectores que antes habían funcionado bien, como la universidad. Endureció sus ideas y el culmen fue cuando vio el proyecto de constitución, así lo reconoció en sus últimos años en algunas entrevistas como en e medio Alerta Digital. Pese a lo que muchos dicen, su participación en la Constitución de 1978 fue casi nula, pues viendo lo que se proponía en organización territorial y autonomías supongo que se le pusieron los pelos de punta y dejó Alianza Popular. Desde 1979 se dedicó a los negocios como consejero en distintas empresas y lo hizo bien, pese a que era aperturista en muchos aspectos no renegó de su pasado y tuvo una buena opinión de Franco y sus obras que fueron beneficiosas a España. En fin, descanse en paz uno de los mejores ministros de trabajo de loas últimos 2 siglos.
 
A continuación dejó las noticias que han publicado sobre él, diversos medios. Hay que destacar una de ABC, 5 días antes de su muerte donde se decía que necesitaba un sincero reconocimiento a su obra. Al parecer afortunadamente la mayoría de sus paisanos toledanos si le dio ese reconocimiento hasta hoy. También son un adelantó de lo que se vendría en paro a España, unas declaraciones suyas en 1982 que recoge "El País".

 
Palabras dedicadas el 28 de febrero

 
JOSÉ A. DE BURGOS DE VICTORIANO
Ha fallecido Licinio de la Fuente, un gran hombre, un gran político, y sobre todo una persona comprometida con España y con su provincia, Toledo. Si alguien dio a Toledo algo, ese fue Licinio. Creó hospitales, guarderías, colegios. Pero con él se ha visto cómo el ser humano paga los servicios, que no favores. Se ha borrado su nombre a las instituciones que creó y se le ha echado en el saco del olvido.
Algunos nos seguimos acordando de él y en este momento elevamos al cielo nuestra plegaria. Gracias, Licinio. Gracias de Corazón.
 
 
 

'Valió la pena'

F. J. R. - sábado, 28 de febrero de 2015
 Licinio de la Fuente (1923-2015). Ministro de Trabajo durante el Franquismo y uno de los "padres" de la Constitución, falleció el jueves a los 91 años

‘Valió la pena’. Así bautizó el toledano Licinio de la Fuente su libro de memorias. Un total de 310 páginas en las que trata de justificar la elección del título y que repasan las decisiones de un hombre forjado así mismo en dos etapas de la historia de España muy diferentes, el Franquismo y la Transición, en las que tuvo mucho protagonismo.
Oriundo de Noez (7 agosto de 1923), nació en el seno de una humilde familia de agricultores desde la que se alzó hasta completar mediante becas la carrera de Derecho y, de allí, a convertirse en abogado del Estado. Afiliado a Falange, su valía intelectual y política le sirvió para promocionar por los más altos cargos a los que un civil podía aspirar en el Gobierno de Franco: gobernador, director general y, finalmente, ministro; de Trabajo, concretamente.
Una carrera que remataría con una breve vicepresidencia del Gobierno, de 1974 a 1975, de la que dimitió por discrepancias con su presidente, Arias Navarro, derivadas de la aprobación de una ley de huelga que mermaba los derechos de los trabajadores.
Y es que, a pesar de estar encasillado por su pasado y militancia, Licinio de la Fuente trató siempre de cumplir con su trabajo independientemente del signo político.
De ahí también deriva la justificación del ‘Valió la pena’, puesto que las últimas 60 páginas de sus memorias las emplea para referirse a su participación en las acciones políticas acaecidas tras la muerte de Franco y que conllevaron la transición hacia un gobierno democrático.
Fueron muchas las voces que le acusaron de dinamitar el régimen para el que había trabajado, pero Licinio, alejado de toda polémica, se decantó por opción que pensaba más justa.
«Teníamos tal deseo de superar las discusiones que eso contribuyó a que los políticos lo hiciéramos lo mejor posible», afirmó Licinio en las páginas de La Tribuna en una entrevista publicada el 6 de diciembre de 2004. «Ahora se vive tan bien que la gente no valora lo que son realmente los enfrentamientos, así que, sin quererlo, se meten en ellos», razonaba en esas mismas páginas sobre todos los procesos constitucionales de los últimos años. Unos cambios que le dolían como ‘padre’ de la Carta Magna, toda vez que fue parlamentario por Alianza Popular (AP) durante la Legislatura Constituyente.
«Fue una época realmente emocionante para todos nosotros, llena de dudas y dificultades», decía Licinio, para apuntillar orgulloso que «conseguimos entre todos que reinara en España un espíritu de concordia». Quizás por eso, no encontró un título mejor para enmarcar su vida: Valió la pena.
Con todo, sus últimos años los pasó con una orden de detención internacional pesando sobre sus ancianos hombros. El 31 de octubre del 2014, la jueza argentina María de Servini, instructora de la causa penal contra el Franquismo iniciada por la Asociación Pro Derechos Humanos de España, y basándose en el Principio de justicia universal, envía una orden de detención internacional contra Licinio de la Fuente y otros dieciocho dirigentes de la dictadura franquista, solicitando su extradición con el objetivo de interrogarles. La magistrada imputaba a Licinio de la Fuente «el haber convalidado con su firma la sentencia de muerte de Salvador Puig Antich», ejecutado a garrote vil el 2 de marzo de 1974.
Nunca llegó a producirse su extradición a pesar de los requerimientos de la Interpol. El pasado 3 de febrero, el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco archivaba  la petición alegando que las asociaciones no tienen legitimación para solicitar la extradición.
Días más tarde, concretamente este pasado jueves 26 de febrero, Licinio de la Fuente fallecía al mediodía a los 91 años.
En su haber, al margen de las consideraciones ideológicas, toda una vía entregada a la política y un recuerdo muy vivo y presente en la ciudad de Toledo, el Hospital Nacional de Parapléjicos.
Cuarenta y un años después de su construcción, el único centro especializado en lesiones medulares de España se mantiene como el legado vivo de este toledano que no se olvidó de su tierra y, ante otras candidaturas como la de Segovia o Ávila, luchó para conseguir que una importante infraestructura sanitaria se asentara en Toledo.
El empuje de Licinio, sumado a lo económicos que salieron los terrenos en una zona muy lejana al crecimiento urbanístico de la ciudad en aquellos años, hicieron el resto para dejar una gran huella. Valió la pena.
 
 
 
 
Día 26/02/2015 - 18.13h

Tras abandonar la política activa en 1979, estuvo en el consejo de administración de empresas de primera magnitud como Dragados y se volcó en la atención a los mayores en la ONG del Padre Ángel

archivo histórico abc
Licinio de la Fuente, en una imagen de archivo en los toros
El que fuera ministro de Trabajo durante el régimen de Francisco Franco, Licinio de la Fuente, ha muerto este mediodía de jueves 26 de febrero a los 91 años en Madrid. Nacido en el seno de una humilde familia de agricultores radicada en la localidad toledana de Noez un 7 de agosto de 1923, fue un destacado político y empresario que formó parte de la FET y de las JONS, para afiliarse después en Democracia Social y Alianza Popular.
Estudió Derecho en la Universidad Complutense de Madrid y ejerció como abogado del Estado, antes de ser nombrado gobernador civil y jefe provincial en Cáceres. Fue ministro de Trabajo entre los años 1969 y 1975, y se volcó en la ampliación de la cobertura de la Seguridad Social como gran objetivo de su cartera.
Se dio la circunstancia de que De la Fuente llegó a ser vicepresidente del Gobierno español, concretamente en un periodo corto de tiempo entre los años 1974 y 1975, cuando asumió esta función a las órdenes del presidente Carlos Arias Navarro, aunque acabó cesando de sus obligaciones tras un importante desencuentro con el jefe de gobierno al considerar que la ley de huelga aprobada por su gabinete mermaba algunos derechos de los trabajadores.
Elegido diputado en las primeras elecciones de la transición, abandonó la política activa de forma definitiva en 1979, no sin antes fundar, en 1976, una vez aprobada la Ley de Reforma Política el partido Democracia Social, que se integró con otros seis en la coalición Alianza Popular (AP), denominada por la prensa «Los siete magníficos», la cual acabó transformándose en un partido único, bajo el liderazgo de Manuel Fraga Iribarne.
Con los años, el partido que Licinio de la Fuente confundó, Alianza Popular, se fusionó con otra facciones, como el Partido Demócrata Popular (PDP) y el Partido Liberal (PL), y se alumbró el actual Partido Popular.
Muere Licinio de la Fuente, ministro de Trabajo y confundador de Alianza Popular
Don Licinio de la Fuente, en un momento de la entrevista concedida a ABC con el redactor de ABC Herminio Pérez Fernández
archivo histórico abc

Después de su travesía política activa, fue miembro del Consejo de Administración de siete empresas, como el Banco Gallego, el Banco Internacional de Comercio, del Banco de Granada, del Banco Central Hispano Hipotecario, de Española de Zinc, y de Dragados, en cuyo seno permaneció cerca de 20 años. También se vinculó a su «trabajo» inicial en Ibermutua, una empresa dedicada a los accidentes, enfermedades laborales y servicios de prevención de riesgos. Además, también ejerció la labor de comisario de la exposición 100 años de Seguridad Social en España, celebrada en 2000, y se volcó en la atención de los mayores como asesor jurídico de la ONG Mensajeros de la Paz del padre Ángel.
 
 
 
Día 26/02/2015 - 23.26h

Natural de Noez e hijo de agricultores, fue cofundador de Alianza Popular

p.f.
Licinio de la Fuente, en el centro, flanqueado por Ángel Palomino y Luis Moreno Nieto en 1998
Este jueves, 26 de febrero, ha fallecido en Madrid a los 91 años de edad el toledano Licinio de la Fuente, natural de Noez y que fue ministro de Trabajo durante la dictadura de Francisco Franco. En 1974 y solo durante un año, asumió las funciones de vicepresidente del Gobierno, siendo presidente Arias Navarro. Hijo de agricultores, fue una persona apreciada en su pueblo por su buen carácter.
Falangista de sensibilidad social, Licinio de la Fuente formó parte del sector moderado de los llamados «azules». Abogado del Estado de profesión, fue consejero de varias empresas privadas tras abandonar la política, como Dragados, Vitalicio, etc, la mayor parte vinculadas al Banco Central que presidía Alfonso Escamez.
Formó parte del grupo de exministros llamado «Los siete magníficos», que constituyeron el partido Alianza Popular, germen del PP.
Muy conocido en Toledo, en 1975, dio la bievenida a los entonces Príncipes de Asturias, Don Juan Carlos y Doña Sofía, cuando inauguraron en Toledo el Hospital Nacional de Parapléjicos, donde el ministro de Trabajo alabó su sensibilidad por el colectivo de lesionados medulares. La figura de Licinio de la Fuente está estrechamente vinculada a la ciudad de Toledo, donde existe una guardería infantil con su nombre en el barrio de Buenavista.
A finales de los años 40 ingresó por oposición en el cuerpo de abogados del Estado, cantera de altos cargos para los distintos gobiernos del franquismo y la democracia, y en la década de los 50 fue gobernador civil de Cáceres. Ocupó el Ministerio de Trabajo en el décimo cuarto gobierno de Franco.
 
 
 
REHABILITANDO
Día 22/02/2015
Don Licinio de la Fuente y el Hospital Nacional de Parapléjicos
CUARENTA años ha cumplido, cumpliendo, el Hospital Nacional de Parapléjicos y uno, que ha dedicado los cuarenta a su servicio, se siente orgulloso y nostálgico, como creo que todos los compañeros que iniciamos en aquel lejano 1974 nuestra vida profesional en esta institución. Centro Nacional de Parapléjicos se llamó en un principio; los nombres han cambiado pero permanecen los retos, donde no cabe otra senda que la innovación permanente, la investigación y el mejor tratamiento, en las mejores condiciones, para conseguir con plenitud los dos objetivos principales de todo buen profesional de esta casa: la normalización y la inclusión social, cada uno en su área de responsabilidad.
El hospital se ha vestido de solemnidad en su recuerdo, con la presencia de los Reyes de España y de las máximas autoridades sanitarias del país y la región, junto a pacientes, familias y profesionales. No hubo sino luces, como debía ser, pues las sombras se quedan para el bregar del día a día.
Pero hubo una que planeó por la memoria de muchos y, en especial, por la de aquellos pioneros que hicieron historia en este hospital. Historia que mi buen amigo el doctor Mendoza, «protopionero», se fue de este mundo sin conseguir que sus repetidas invitaciones para que este que suscribe elaborase una historia del hospital fuera posible.
Historia que debería comenzar con la semblanza de don Licinio de la Fuente, ese gran toledano (y monteño) quien decidió, siendo ministro de Trabajo, que este hospital se construyera en Toledo y diera cientos de puestos de trabajo y prestigio a la ciudad. Quizá no pudo venir. Quizá no fuera oportuno, protocolario o qué se yo. La autoridad competente sabrá, conocerá y don Licinio comprenderá. Sea como fuere, aquí queda este pequeño recuerdo y agradecimiento sin ningún complejo, hacia quien se merecería alguna memoria en la ciudad, además de la líder indígena guatemalteca doña Rigoberta Menchú Tum, que también tiene sus merecimientos. Unos en el fondo y otros en la forma aceptamos que a don Licinio le debemos algún gesto de gratitud. Pero la Historia no se escribe solo en las placas. «El material de la Historia son los hechos». Demos tiempo al tiempo y también a la investigación de los historiadores.
En fin, al margen de estas reflexiones, enhorabuena a los compañeros del Hospital Nacional de Parapléjicos y animarles a continuar trabajando sin perder el optimismo, con la esperanza en que las cosas mejoren día a día en esa casa, donde muchos hemos trabajado cuatro décadas, con todos los vientos imaginables, y en donde la vida se mueve y renace a diario, gracias a vosotros y al esfuerzo de los pacientes.
 
 
martes, 2 de marzo de 1982

Licinio de la Fuente pide menos parlamentarismo y más eficacia y autoridad

El País 2 MAR 1982

"Hace falta más democracia real y menos partidismo, menos parlamentarismo y más eficacia y autoridad", afirmó ayer Licinio de la Fuente, ex ministro de Trabajo del anterior régimen, en la conferencia que pronunció en el Club Siglo XXI sobre "Cambio social y estabilidad política".El conferenciante afirmó que la política no puede ni debe frenar el cambio, sino encauzarlo, y que la sociedad quiere cambiar, y debe ser cambiada para hacerla más libre, más justa, más solidaria y más pacífica.
Dijo también que el cambio social y la estabilidad política no son incompatibles, siempre que la política acierte a conducir y responder al cambio, y que la estabilidad política es un objetivo nacional que hay que conseguir por la vía del perfeccionamiento y consolidación de la democracia.
El conferenciante analizó críticamente el actual proceso de constitución de las autonomías. Admitió que las demandas de autonomía nacen del deseo de mayor descentralización, agilidad y participación del Estado, y que son exigencias actuales y legítimas, pero afirmó que "los políticos autonomistas las han desnaturalizado, al fundarlas en exigencias del pasado y no de la actualidad y del futuro", y se mostró "en radical disconformidad con la concepción actual de las nacionalidades", porque atacan el concepto de la unidad de la nación española.
Licinio de la Fuente analizó también la situación del trabajo, y resaltó que el actual desempleo nos ha conducido en este terreno a un retroceso de más de quince años, porque de 300.000 parados en 1975 se ha pasado a cerca de 2.000.000 en la actualidad. Las implicaciones económicas y sociales de este fenómeno, dijo, son impresionantes y constituyen tal vez la mayor amenaza a nuestra estabilidad, además de la más sangrante situación social.

domingo, 22 de febrero de 2015

España en las Guerras del Opio. Otra gran intervencion naval desconocida

Este artículo lo he encontrado en el excelente blog naval de ABC "Espejo de Navegantes", en español es contadísimo y breve lo que hay escrito sobre el tema. Por tanto vaya para el autor la mayor gratificación, por haber despejado lagunas sobre esta desconocida y larga intervención naval española en las costas de China. Lo reproduzco íntegramente, el autor es José María Lancho y lo publicó el 27 de noviembre de 2014.
 
La mayor victoria naval española del siglo XIX: España y las guerras del opio

La mayor victoria naval española del siglo XIX: España y las guerras del opio

 
También parte de la condición humana, en el Libro Negro de la Historia, quedó sin escribirse  una página especialmente horrible del siglo XIX y, sin duda, algunas pocas líneas de aniquilamiento, corrupción y miseria no fueron escritas y quedaron en buena parte pendientes, como un pequeño legado en blanco, secreto para quien quiera retomarlo del suelo de la memoria esparcida de lo hispánico.
Me vengo a referir a la decisión de la sociedad española de rechazar la plantación y el comercio del opio y la política de su imposición comercial a China, por medio del contrabando y la guerra, fenómeno ideado y fomentado por parte de las potencias coloniales del siglo XIX especialmente Gran Bretaña. La incompatibilidad aún más que de nuestras leyes del rechazo moral generalizado al comercio del opio y de una tradición enemiga de esa práctica, es el invisible legado de una época muy dura de la historia de España.
Efectivamente, España disponía de las mejores condiciones logísticas desde Filipinas, tan próxima a  las costas chinas, para haber entrado como agente principal en la producción y el comercio del opio desde el siglo XVI, tal como hicieron los holandeses con Indonesia. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales había importado importantes cantidades de opio desde Bengala, que llegaron a alcanzar las 100 toneladas anuales, solamente para Indonesia. El suministro masivo era un doble negocio pues el opio se había utilizado no sólo para comerciar con enorme beneficio sino para reducir y desintegrar las elites y la resistencia moral de los indonesios. Era una valiosa arma de la política colonial europea y fue tan útil que generó lealtades más eficientes que los ejércitos hasta el punto que los portugueses, que habían llegado antes que los holandeses, fueron eficazmente desplazados y jamás pudieron volver a las narcosociedades creadas por los holandeses. Así quedó marcado el camino del éxito para una implantación estable, rápida y enormemente lucrativa del comercio de la droga en el Extremo Oriente Asiático.
De haber interesado a España este mercado, nuestro país disponía además de una gran ventaja añadida, había mantenido un enorme circuito comercial con China a través de México, manteniendo relaciones de confianza de enorme complejidad con aquel imperio enorme y sofisticado, precisamente  recurriendo a la comunidad china radicada en la propia Filipinas, elemento fundamental de la economía hispanofilipina y, paradójicamente, de los dos imperios chino e hispánico, y es que México fue posiblemente el mayor socio comercial de China por varios siglos. En todo ese tiempo el opio no fue parte de un enorme comercio e incluso cuando se creó la Real Compañía de Filipinas únicamente se produjo un caso, en pleno momento de desintegración de la Monarquía, y precisamente un caso de corrupción, en 1810, que implicase ese tráfico.
La desesperación de los directores de la Honorable Compañía Inglesa de las Indias Orientales por su incapacidad de vender algo que interesara a los chinos (evidencia de los límites de la primera revolución industrial y el eurocentrismo con el que se examina normalmente Asia) que poseían una industria bastante eficiente, conocedora del mercado europeo e inexplicablemente omitida por la ciencia europea de la historia económica. Los chinos salvo los relojes despreciaban la mayoría de los productos ingleses de la primera revolución industrial, así que la labor coordinada del Gobierno, funcionarios y comerciantes ingleses hizo que buscaran un producto que fuera irresistible para cualquier mercado en que accediera sin restricciones legales: una droga, en concreto una llamada opio. En un principio intentaban por medio del contrabando compensar su desastrosa balanza de pagos  en el último tercio del siglo XVIII y comienzos del XIX cuando la eficiencia administrativa china empezó a interceptar cargamentos y a detener contrabandistas ingleses. En consecuencia, Reino Unido, el país colonial hegemónico en aquel momento en Europa,  emprendió las iniciativas militares que permitirían que el opio producido y comercializado por ellos pudiera venderse libremente en China a pesar de la oposición de sus gobernantes.
Esta es sin duda una de las páginas más espantosas de los imperialismos del siglo XIX, cuando se habla de la guerra del Opio como dos guerras distintas se juega a dividir un fenómeno imperialista unitario, a eso llamo la Guerra del Opio, con independencia de sus dos concretas expresiones bélicas esto son las dos guerras del opio contra China y que sustentadas sobre teorías raciales, claramente iluminaron el siglo XX y su legado exterminador y que con tanto interés se ha atribuido únicamente a unos respecto de la gestación ideológica del genocidio.
 
La singularidad española respecto a la comercialización del opio
Varios autores europeos y el mismo José Manuel de Vadillo, relevante político e historiador de la primera mitad del siglo XIX,  destacaban la singularidad de la prohibición del cultivo de opio en Filipinas bien por razones de moralidad o de salud pública. Un polígrafo  nada sospechoso de simpatizar con una práctica que era claramente contraria a los dictados económicos de ese siglo, Rafael Díaz Arenas, manifestaba que ningún hombre ilustrado del siglo XIX podía entender la prohibición durante siglos en Filipinas del cultivo del opio.
El decisivo “no” de la Armada al comercio del opio.
Una de las decisiones legislativas más memorables del siglo XIX fue la prohibición general de 1814 efectuada por José Ramón de Gardoqui, Capitán General y Comandante general de la marina en Filipinas, el mismo que comandó el Navío Santa Ana en la batalla de Trafalgar,  sobre la tenencia, comercio y uso del opio y que venía a endurecer legislación existente anterior, lo que demuestra el apartamiento de nuestro país de lo que era una práctica masiva desarrollada por estructuras globales como la Compañía de las Indias Orientales institución política-mercantil-militar implicadas en el tráfico masivo de la droga del opio hacia China. La memoria no ha hecho sitio en su cuadro de honor a este marino que dio uno de los últimos destellos de la gran Armada española del XVIII y conservó para la dura travesía del siglo XIX un ejemplo, que incluso en nuestras distancias del tiempo en que escribimos esto resulta iluminador y sorprendente.
El Navío Santa Ana comandado por José Ramon Gardoqui
La prohibición no era la primera en la historia de las Filipinas española pero en el momento en que se adoptó con enormes dificultades financieras, con un comercio a pocos kilómetros absolutamente millonario llevado a cabo por Inglaterra a base de opio sobre las costas de China y  que, sin duda, podría haberle hecho inmensamente rico, Gardoqui demuestra el alto nivel intelectual y moral de la Armada del siglo XVIII .
Los siglos de prohibición, sin embargo, no merecieron especial valor a ese inevitable incapaz, Fernando VII, que autorizó –aunque con muchas restricciones- el cultivo del opio en derredor de  Manila en abril de 1828. Efectivamente autorizó el cultivo en una zona cuasi estéril para la amapola, bajo estricto control administrativo, recuento de plantas y un fuerte arancel. Nadie plantó y todo el mundo interpretó la norma como una continuación tácita de la prohibición
Además de las restricciones de esta regulación semejante negocio que no contó con el interés ni simpatía del pueblo filipino. Hay que reconocer entre las causas que Filipinas era un país con una enorme presencia de religiosos católicos, por un lado, (y una enorme y activa colonia de chinos cristianos mayoritariamente comerciantes) que tenían además un incuestionable influjo sobre la sociedad criolla e indígena, incluso desde una sensibilidad laica contemporánea no es difícil identificar un elemento ideológico radicalmente congruente que convertía poco menos que en imposible plantar extensiones de droga en Filipinas.  La utilización de las antiguas redes comerciales no resultaban  tampoco muy útiles, hay que tener en cuenta que en china había más de 250.000 cristianos sólo en las misiones dominicas dependientes de españoles y que los canales tradicionales comerciales, resto de siglos de la especial relación hispano-china jamás resultaron idóneos o ideológicamente afines para el comercio del opio.
Lord Palmerston, Primer Ministro de Inglaterra y por derecho propio la personalidad más relevante en la historia universal de las drogas.
Pero ¿realmente no hubo nunca españoles implicados en el comercio del opio a China? Para responder a esta pregunta me he preocupado en analizar las propuestas del historiador británico Weng Eang Cheong, autor que ha sido objeto de duras críticas académicas y que sin embargo ha creado una modesta escuela en torno al revisionismo histórico de las guerras del opio. Este historiador sostiene la importancia de una conexión hispanobritánica entorno al comercio del opio. Merece citarse al respecto algo que debería poner en su contexto todo este discurso, en concreto al mismísimo Gladstone, una de las figuras políticas inglesa de aquél siglo, en uno de sus discursos parlamentarios en 1840 cuando afirmaba que “¿Acaso sabe Usted que todo el opio que se introduce de contrabando en China procede exclusivamente de puertos británicos, es decir que se produce en Bengala y llega a China a través de Bombay”. Ese revisionismo, destinado a internet básicamente, y a ocultar los perores espectros del imperio, recurre incluso a restar relevancia a los efectos de la adicción a esa droga. Me sorprendió encontrar una reciente tesis doctoral en España alineada a las tesis revisionistas británicas tanto en lo que respecta a relativizar el efecto del opio sobre la salud humana y su efecto social, citando a R. K. Newman quien según el autor “fue el primero en analizar el opio en Asia de una manera más distante y menos anatemizada”. “Entre todas sus propuestas, una de las más interesantes es la relativización de los efectos de la sustancia, indicando que un primer paso para desmitificar el problema del opio es «entender la evidencia científica sobre el impacto de la droga, o falta de ésta, sobre la salud del consumidor»: afirma que raramente el opio amenazaba la salud o acortaba las vidas”. De forma amistosa invito al investigador a leer a otro doctor, de Barcelona, Antonio Pagador, quien conoció de primera mano los efectos destructores de la droga e hizo en los años 20 y 30 uno de los estudios medico sociales más interesantes sobre el fenómeno del opio y la morfina. La Organización Mundial de la Salud y la propia legislación británica (que sabe de lo que prohíbe) también se alinea con esta conclusión sobre la naturaleza venenosa y destructiva del opio.
La tesis, asimismo, se sumerge en detectar los empresarios españoles que tuvieron una participación en ese comercio. Hubo traficantes pero el papel desempeñado por los mismos dista mucho a sostener ningún “protagonismo español”. El más peligroso fue Lorenzo Calvo, quien no sólo tuvo problemas con la Real Compañía Filipina que lo demandó sino con sus sucesivos socios debido a su tendencia a arruinarse. Hay que señalar que sus compañías tenían su sede en Cantón y en París y hasta que lo decide usar Jardine, Matheson & Co, empresa que obtuvo tanto botín del comercio del opio que aún sobrevive en la actualidad. Calvo intentó utilizar opio turco sin éxito. La mayor parte del capital de este repugnante personaje fue británico o indio y el número de cajones de opio nunca representó un número superior –directo o indirecto- a los 500 cajones por año y esto durante dos o tres años. Tiempo en que las exportaciones a China ascendían a más de 30.000 cajones si no a 40.000, es decir este individuo y sus socios  en un tramo entre el 1 y el 2 por ciento.
En 1837 el gasto en opio en China era de 16 millones de pesos fuertes un valor superior a muchas industrias de países europeos, el papel de aquél grupo de traficantes sin respaldo oficial fue tan repugnante como mediocre.
Todo ello a pesar de la situación desesperada de las rentas públicas filipinas, basándose muchas veces en empréstitos y en la búsqueda de soluciones desesperadas al haberse hundido el modelo económico basado en el comercio chinomexicano con base en el galeón de Manila. El gobierno Inglés y el agente de Palmerston en la comunidad mercantil inglesa en China, William Jardine, presionaron a las autoridades filipinas para obtener abastecimientos e incluso refugio cuando, inmediatamente antes de la primera guerra del opio, las autoridades chinas desalojaron a los narcotraficantes ingleses de sus costas, en concreto las poco más de 1000 cajas salvadas por esta honrada gente fueron trasladadas mayoritariamente a territorio filipino.
Sin embargo insinuar que el comerciante Lorenzo Calvo pretendía hacerse con el monopolio del comercio del opio de Bengala (¿conquistando la India a Gran Bretaña, con su vieja goleta? debe ser un error sintáctico de esa tesis. Su barco El General Quiroga, en honor a Facundo Quiroga fugitivo de España y general independentista argentino, nos da una idea del carácter de las relaciones con las autoridades legales españolas mantenidas por el traficante que era el sr Calvo. Hubo otras empresas metidas ocasionalmente en el ramo aunque a mucha menor intensidad (aunque no fuera por falta de voluntad): Yrisarri y Cª,  Larruleta y Cª y  Mendieta, Uriarte y Cª empresas moribundas desde su nacimiento y claramente fracasadas, no sólo en el tramo del opio.
 
El expediente Norzagaray
Uno de los personajes más singulares de nuestra dura historia del siglo XIX es el brigadier Fernando de Norzagaray, capitán general de Filipinas y enemigo del opio. En 1858 promueve un expediente en el que intervienen e informan todas las Corporaciones filipinas llegando a la conclusión que no convenía el cultivo de la amapola blanca en el pais por razones de moral y de salud pública. Eso en un momento en que el opio representaba más del 40% de las importaciones  chinas.
Fernando de Norzagaray
Norzagaray tuvo un destino triste, contrario a sus convicciones, hubo de someterse a las órdenes absurdas de su país que le obligaron a intervenir en la conquista de Indochina en favor de Francia. Sus tropas hispanofilipinas resultaron decisivas y lograron, con repugnancia, la caída de Saigón que le fue entregada al Imperio Francés. Allí nació otro capítulo más de la opización del Extremo Oriente.
La indeseada y lamentable toma de Saigón por tropas hispanofilipinas en favor de Francia
Francia, el opio y el mar.
Pretendemos detenernos en las razones por las que Francia, implicada por inercia en los intereses del comercio del opio británicos, sólo decide prohibir el opio en el siglo XX. Se trató del fruto de una serie de terribles polémicas que en la actualidad  inexplicablemente permanecen enterradas.
La primera es el trágico hundimiento del submarino Lutin en 1906, una catástrofe que la prensa y expertos atribuyeron a la narcotización de sus oficiales. Se han dado muchas explicaciones para esta desgracia y hoy internet no conserva el eco de la polémica que en su día tuvo como protagonista el papel del opio en aquel lamentable accidente.
Al año siguiente otro grave accidente en la rada de Tolón por parte de un buque de la armada, Nive. La oficialidad del buque estaba tan fuertemente narcotizada por el opio que fue incapaz de evitar el accidente.
Y es que la droga se había instalado tan fuertemente entre la oficialidad francesa  que un nuevo escándalo, ya final implicó a un oficial de la marina: Ulmo. Aquel hombre para soportar la intensidad de la labor civilizadora de la metrópoli necesitaba hasta 37 pipas de opio diarias. El escándalo implicaba a mucho otros oficiales pero hubo de ser enterrado para evitar un escándalo internacional. La prensa y los políticos hablaban de traición.
Lo cierto es que la imagen de una narcoarmada, de una columna de humo en cada buque de guerra naciendo desde decenas de pipas de opio de oficiales y marineros, disputándole el cielo a las fumarolas del carbón, se volvió una obsesión, y ciertamente esta caricatura llegó a instalarse en las agendas políticas. Algunos vieron que esta situación devolvería a la armada francesa a la situación postrevolucionaria, es decir sin oficialidad competente (en aquella ocasión por las depuraciones políticas de turno), momento donde se gestó buena parte de la leyenda de la marina de guerra británica a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX.
Francia aún vivía la obsesión colonial y el debate ideológico estaba más centrado en si Francia era capaz de crear colonias prósperas, línea divisoria entre las naciones decadentes como España o pujantes como Inglaterra.
Todavía en 1881 cuando se constituye la compañía pública británica British North Borneo Company a la que se le autoriza la implantación del opio en Borneo. En aquella época al menos el 10% de la población china era ya opiómana. El opio era para los colonizados, el fruto que le ofrecía la civilización colonial que se plantaba en la India británica y en las propias colonias para civilizar a la raza amarilla, o más bien sus posesiones, sus tierras y el fruto de su trabajo.
La British North Borneo Company también podía emitir moneda
El comercio del opio produjo una singularidad histórica y que consiste en el apartamiento singular de la sociedad y cultura filipino-española de semejante explotación. La agonía del imperio español pudo hacer que sirviera a intereses franceses e ingleses eventualmente incluso en ese tráfico, que España se mantuviera como un poder colonial pasivo, que en franca decadencia y desde 1844 llegase a autorizar que los chinos pudieran fumar opio en Filipinas manteniéndose prohibido para todas las demás etnias y se convirtiera en un monopolio fiscal o estanco. Sin embargo, es inevitable advertir, después de tanto tiempo dejado atrás, el valor de la decisión colectiva de aquellos españoles de dos continentes que no recurrieron al exitoso negocio del comercio y la plantación del opio, la extraña dignidad en medio de la postración y la guerra civil, de  que a pesar de todo rechazaron beneficiarse del negocio más lucrativo de Extremo Oriente a costa de la degradación y la muerte por el tráfico del opio, la forma química de lo peor de occidente.

Actualidad de la lucha contra el islamismo

Os dejo este excelente y a la vez critico pero acertado, artículo de Gonzalo Vidarte.
 
 
Mujeres combatientes kurdas
Mujeres combatientes kurdas
Gonzalo Vidarte.- Tras la importante victoria de Kobane, cuya liberación se percibe como un antes y un después en el declive del autodenominado Estado islámico, los kurdos avanzan imparables y ya han entrado en la provincia de Raqqa, en Siria, el corazón del terror, donde se encuentra la capital de Daesh (acrónimo en árabe con tono despectivo de estado islámico).
Los kurdos han tomado un monte estratégico que domina varias vías de comunicación y aprovisionamiento de Raqqa. Antes, han liberado 163 aldeas del entorno de Kobane, ciudad convertida ya en símbolo de lucha por los valores universales de la Humanidad. Los peshmergas (los que desafían a la muerte), fuerzas regulares kurdas, y las milicias YPG, han demostrado que la combinación de fuerzas terrestres motivadas y apoyo aéreo de la coalición internacional resulta demoledora: las bajas del estado islámico –entre las ratas, como les llaman los kurdos- están siendo cuantiosas, más de mil cien el sitio de Kobane.
Hacia la liberación de Mosul
La que se presenta como la gran batalla inmediata es la liberación de Mosul, la segunda ciudad en población de Iraq, con un millón de habitantes, controlados y dominados por unos dos mil yihadistas, que han desplegado niveles de terror inimaginables: han decapitado a ancianos y niños, han lanzado al vacío a homosexuales, han cortado las manos a mujeres por usar móviles, han fusilado a adolescentes, trece, por ver un partido de fútbol, han masacrado a los cristianos, han esclavizado a las mujeres.
Mosul es ya hoy una ciudad sitiada, donde el hambre y la penuria se han generalizado, y cuya población se sublevaría si tuviera armas. Los peshmergas han hecho avances sustanciales. Los yihadistas han fusilado a 23 de los suyos, acusados de retirarse o huir de los kurdos. Un tipo de medida que se suele adoptar  en los ejércitos en momentos de hundimiento. Otro síntoma de derrota es la huida del tesorero del Estado islámico con un millón de dólares de la caja. O el avance en Alepo del ejército sirio de Al Assad.
A pesar del terror, en las paredes de Mosul han empezado a aparecer pintadas de la resistencia interna: “Pronto seremos liberados”. La resistencia interna, agrupada bajo el nombre de “Brigadas Mosul” ha anunciado que ha puesto banderas iraquíes en varias zonas y que ha abatido a un integrista.
De manera tan curiosa como polémica, el mando internacional, bajo dirección norteamericana, ha anunciado que Mosul será atacada en abril o mayo. No suelen hacerse este tipo de anuncios en una guerra. Parecen irresponsables. Para el ataque se van a reunir 25.000 efectivos, en 5 brigadas iraquíes y 3 de peshmergas, más otras dos brigadas de reserva. Se trataría de una superioridad holgada. Los yihadistas, por su parte, pretenden hacer una zanja alrededor de Mosul, aunque la guerra de trincheras parece algo fuera del tiempo.
Fracaso del buenismo de Obama
Resulta sencillo entender por qué en el verano de 2014, el Estado islámico avanzó con apariencia invencible por Iraq. Ya están allí los doscientos legionarios de Almería cuya misión es preparar una Brigada iraquí. Tarea nada fácil. Lo que se han encontrado es un ejército con una “altísima corrupción” y, en buena media, fantasma o inexistente. Obama decretó la salida de Iraq de las fuerzas norteamericanas que serían sustituidas por un ejército de nueva creación, pagado y generosamente equipado. Lo que se han encontrado los legionarios es que ese material, incluido tanques y artillería pesada, han sido vendidos y abundan los que se conocen como “soldados fantasma”: dan una parte de su soldada a los oficiales para no aparecer nunca por los cuarteles. Es lógico que este falso ejército, fruto del errático buenismo de Obama, se desbandara a las primeras de cambio en cuanto vieron aparecer a los del Estado islámico con sus banderas negras y su crueldad ilimitada.
Otro fracaso más de Obama: el polvorín libio
Tras la derrota sin paliativos ante Kobane –las “ratas” del Estado islámico llegaron a anunciar públicamente su toma completa en octubre del año pasado-, los yihadistas han desplegado un nivel de crueldad aún superior: kurdos enjaulados para ser quemados vivos y veintiún jóvenes coptos decapitados…en Libia. En el lenguaje del terror, el Estado islámico trata de ocultar la evidencia de que está siendo derrotado en todos los frentes. Es cuestión de meses su derrota total.
Los yihadistas necesitan seguir manteniendo el flujo de nuevos adeptos mediante su propaganda criminal, aunque el mando internacional asevera que, en las últimas semanas, las pérdidas les han hecho perder operatividad de manera irreversible. Ahora han activado a su filial libia que acaba de tomar la ciudad de Sirte, famoso porque fue el último lugar donde se refugió Gadafi.
Una de las más inmensas estupideces de la historia, dentro de esa abrumadora estupidez de la “primavera árabe” lanzada irreflexivamente por Obama, fue la operación de la OTAN, con liderazgo francés, para derrocar a Gadafi y entregar Libia, con su petróleo, a los integristas, a los que se pasó a denominar rebeldes y a presentar como demócratas. El corrupto y amoral Nicolás Sarkozy tenía un interés personal en la zarabanda porque Gadafi lo había financiado y quería callarlo. Gadafi había sufragado anteriormente a movimientos terroristas, pero en ese momento era un dirigente pacífico e inofensivo, que había elevado los niveles de vida de su pueblo –un mosaico de tribus- y que buscaba ser querido. Era un dictador benévolo y tolerante con las minorías religiosas. Nadie en su sano juicio lo hubiera atacado, sino que, más bien al contrario, debía haber sido apoyado militarmente frente a personajes, patentes terroristas, que venían de combatir en Afganistán.
Cuando Gadafi reprimió a los integristas, la Casa Blanca y las cancillerías se rasgaron las vestiduras diciendo que estaba atacando a su pueblo. Un despliegue impresionante de fuerzas –Francia puso en juego el portaaviones “Charles de Gaulle”- se dedicó a apoyar a patentes terroristas, quienes una vez tomado el poder llegaron hasta asesinar al embajador de Estados Unidos, sin que hubiera respuesta alguna.
A Abdelfatá al Sisi no le tiembla el pulso
El terrible martirio de los cristianos egipcios fue inmediatamente respondido por el presidente egipcio y general Abdelfatá al Sisi, quien envió un escuadrón de cazabombarderos F 16, que bombardearon Derna, la ciudad feudo de la filial del Estado islámico. Se calcula que entre 40 y 50 yihadistas murieron en el bombardeo, aunque también noticias sin confirmar apuntan a que los integristas habrían secuestrado a otros treinta y cinco ciudadanos egipcios. El vídeo de la decapitación de los coptos muestra la evidencia de secta satánica de los integristas musulmanes frente a la dignidad de los mártires cristianos.
Libia, abocada a la guerra civil
Libia hoy es un polvorín. No hay interés en informar para no poner en evidencia el ridículo de la clase política europea, incluido Mariano Rajoy que se implicó en el derrocamiento de Gadafi con barcos y un submarino. Trípoli está ahora en manos de Al Qaeda –que lleva una competencia en el crimen con el Estado islámico-. Hay dos parlamentos y una colección de milicias enfrentadas. Libia ha dejado de existir: no hay una Libia, sino varias, al menos dos. Hay dos gran coaliciones de milicias: “Dignidad”, comandada por el general Jalifa Hifter, contrario a los integristas, y “Amanecer”. Las autoridades libias –aunque no se sabe bien quién manda- han pedido apoyo aéreo y bombardeos contra los integristas, que han impuesto en Sirte el toque de queda y han impuesto la sharia. También Italia, directamente amenazada, ha pedido la intervención de la OTAN. O se interviene o Libia está abocada a una guerra civil de gran mortandad.
La Navidad, fiesta en Kirkuk
La crueldad desplegada por el Estado islámico está teniendo algunos efectos no contemplados por los integristas. El más conocido es el papel estelar que tomaron las mujeres en la defensa de Kobane, siendo el 40% de los milicianos defensores. Hay otros, como el hecho de que el gobernador de Kirkuk, kurdo, ha proclamado la Navidad como fiesta como respuesta a la persecución de los cristianos. También en las pintadas de la resistencia en Mosul se reivindica a los cristianos.
Pero, en todo caso, la lección que han dado y están dando los kurdos es que la guerra se gana en tierra, con un ejército motivado, y que ante eso los fanáticos irracionales del Estado islámico nada tienen que hacer. El integrismo se encamina hacia su fracaso.

domingo, 15 de febrero de 2015

José Mota parodiando "El Hundimiento"

Como siempre las risas y el humor vienen bien, que menos que recordar este simpático sketch de José Mota en su especial de Nochevieja de 2007 de RTVE llamado "Ciudadano Kien", parodia de "Ciudadano Kane". En él hace su particular versión del "Hundimiento" con Hitler cantando como Raphael. Los uniformes son pasables y se nota cierto interés de José Mota y su equipo por dar realismo al sketch. Eso sí, el mapa y sobre todo la mesa de operaciones son muy graciosos pues la mesa está llena de juguetes y soldaditos de los chinos. Aquí os dejo el video.
 

Gino Boccasile. El mejor artista bélico de la Italia de Mussolini

 
Por M.G. Aunque más que pintor fue ilustrador, la calidad de Gino Boccasile es indudable. En España es totalmente desconocido, no en cambio en Italia, donde es estudiado en algunas universidades en temas artísticos, pese a que muchos lo han intentado denostar por ser el principal realizador de los carteles propagandísticos de Mussolini. Su estilo se caracteriza por una buena documentación, en los armamentos y uniformes militares. También en los aviones, tanques y busques de guerra. Sus rostros y figuras son muy realistas, de un estilo que podría llamarse neoclásico y a veces rozando el hiperrealismo (como el que utiliza nuestro gran Antonio López). Muchas veces se utilizan fondos poco definidos y algo abstractos, que recuerdan algunas veces a los de Leonardo Da Vinci.
 
Gino Boccasile nació el 14 de julio de 1901 en Bari y falleció en Milán el 10 de mayo de 1952, a consecuencia de una pleuritis que le vino a raíz de una bronquitis mal tratada. Sin duda dejó el mundo antes de tiempo. Una cosa para muchos desconocida es que era tuerto, perdió su ojo izquierdo siendo niño al beber en una fuente y darse con un hierro saliente. Tras graduarse en la escuela, entró a la escuela de arte de Bari y tras la muerte de su padre en 1925, se trasladó a Milán. Consiguió tras hacer numerosas pruebas, convertirse en ilustrador en la agencia Mauzan Morzenti. A partir de hay despegará su carrera artística, hará numerosos posters publicitarios y de moda feminina, que destacan por la sensualidad con la que pinta las mujeres. Trabajará a principios de los años 30 en Buenos Aires, donde conocerá a su futura mujer Alma Corsi. en 1932, se traslada a Prís, trabajará para el "Paris Tabou" y en el Salón de Artistas Independientes. Pero a finales de año vuelve a Milán donde crea la agencia publicitaria ACTA, junto a su amigo Franco Aloi. Hasta 1939 realizará trabajos para distintos periódicos:  "La Donna" (1932), "Dea" and "La Lettura" (1934), "Bertoldo" (1936), "Il Milione" (1938), "L'Illustrazione del Medico" (1939), "Ecco", "Settebello" and "Il Dramma" (1939).
 
Aunque siempre fue un patriota, no demostró interés por la política hasta que creó ACTA, siendo un seguidor más del fascismo, que por aquellos años tenía una Italia prospera y unida. Cada vez se fue comprometiendo con el movimiento y como sus carteles publicitarios a finales de los años 30 adquirieron fama en Italia, recibió encargos del propio Mussolini. Su principal labor para el estado sería con el estallido de la 2ª Guerra Mundial, haciendo decenas de carteles de excelente calidad, resaltando las calidades del ejército italiano, que no eran muchas. Se comprometió aun más con Mussolini, tras su destitución y la creación de Saló, entonces fue incluso admirado por las SS que le pagaron un sueldo de oficial para que realizara carteles de propaganda bélica de este cuerpo y de hecho formó parte de la División SS italiana, como dibujante. Como no, al acabar la guerra fue juzgado por colaboracionismo, pero obviamente su trabajo se limitó a dibujar, por lo que no hizo el mal a nadie y quedó absuelto. Pese a ello los antifascistas, le pusieron pegas y trabas a su intento de reiniciar sus actividades. Cosa que no pudo ser hasta mediados de 1946, en que la situación en Italia se fue calmando. Aquí recibiría muchos encargos de empresas inglesas y francesas, pues en Italia muchos sectores echaban pestes de él. Pero también hubo empresas italianas que apostaron por él, como la cosmética Paglieri o la licorería Iperchina. Como anécdota, hay que decir que en esta época cambio algo su estilo, haciéndose más realista y en los encargos extranjeros, haciendo obras eróticas. Lo interesante es que fue un hombre comprometido con sus principios y que no se cambió de bando, la prueba fue su afiliación al MSI y la realización de carteles para este partido y movimiento.
 
Vayamos a hora a repasar sus obras bélicas más importantes, la que le dio la entera confianza de Mussolini fue el realizado tras la derrota italiana frente a los británicos en Etiopía y Somalia en 1941, donde ponía que Italia volvería a resurgir. Hipótesis, no muy fantasiosa, si se tiene en cuenta los éxitos de Rommel. En 1942, haría muchos carteles y postales del frente Este, donde combatían las tropas italianas. A lo largo de la guerra trabajaría para el Ministerio de Guerra y para evitar ataques, cuando trabajó para la República de Saló, Mussolini le puso milicianos vigilando su estudio. Allí hará carteles criticando el chaqueterismo de sectores como los militares que depusieron a Mussolini y el terror que sembraban en las montañas los partisanos italianos.
 
A continuación dejo un repaso de las mejores obras de Boccasile:
 
Este lo tengo yo original, esta dedicado a la Xª Flotilla fuerza de Elite de la Marina italiana, famosa por sus ataques con torpedos humanos y en época de Saló (de la que este cartel), se dedicó a combatir a los partisanos con éxito. Su líder fue el carismático Valerio Borghese.
 
Este clama por la victoria del Eje, si se mira con detalle puede verse como cada soldado es de los 3países aludidos: el la izquierda alemán, el central italiano y el de la derecha japonés.
 
 Este es de reclutamiento para la Brigada SS italiana, el soldado hace el saludo de las SS, haciendo una V con sus dedos, simbolizando la victoria. La leyenda dice"Honor, fidelidad y valor".
 
Este es muy interesante, pues critica los bombardeos americanos sobre la población civil, mucho más devastadores que los alemanes.
 
Este es de 1944 y echa en cara a los ingleses la división y llevar a la guerra civil a los italianos, mediante sus grandes suministros a los partisanos.
Este fue dedicado a las milicias femeninas del partido fascista
 
Otra de las SS italianas
 
El famoso cartel de la derrota de Abisinia, dice "Volveremos", el personaje representado en grande es el Duque de Aosta, militar competente y comandante de las fuerzas derrotadas.
 
Unos Bersaglieri
 
Servicios auxiliares femeninos de la X Flotilla MAS
 
Este es de principios de 1942 y está dedicado a los excelentes triunfos japoneses por todo el continente asiático, debajo del samurái puede verse a un acorazo japonés y otro estadounidense enfrentándose
 
Este buscaba la reconciliación de los italianos con los alemanes
 
 
Por último unos de sus sensuales carteles femeninos de posguerra, este data de 1950
 
 

Ana María Antonia de Soto. La heroína española de la Infantería de Marina

Como no también hubo mujeres valientes y que lucharon con gran patriotismo, este es el caso de Ana María Antonio de Soto que se enroló haciéndose pasar por hombre para alistarse en la infantería de Marina, luchando en una batalla junto a otro grande Martín Álvarez. Su figura está siendo desde hace años bastante mencionada, a veces por el tema de la igualdad e incluso por alguna feminista, éstas afortunadamente no han tenido eco.


Marcó un hito y casi una odisea, ya que una mujer viviendo y combatiendo en un buque de guerra sin ser descubierta, con las duras condiciones de vida en aquellos barcos llenos de hombres tiene su mérito. Es el caso de una mujer que se alistó en dicho cuerpo, haciéndose pasar por hombre. Además era coetánea de Martín Álvarez, luchando al igual que él en San Vicente.




El 26 de junio de 1793 y pasándose por hombre, sentaba plaza de voluntario de Infantería de Marina, en la Sexta Compañía del XI Batallón, quien respondía al nombre de Antonio María de Soto, natural de la villa de Aguilar (Córdoba), a la edad de 16 años, mínima para estos casos. En su asiento figuraba ser hijo de Tomás y tener el pelo castaño y los ojos pardos.

Con motivo de la guerra con Francia, el 4 de Enero de 1794, Soto se embarcó en la fragata Mercedes, de 34 cañones, realizando diversas campañas de escolta y vigilancia de las costas españolas para, finalmente, dirigirse a Rosas, sitiada por los franceses que acababan de conquistar Figueras sin encontrar resistencia. A la llegada y con la protección artillera de la flota de Gravina, el batallón de Soto desembarcó uniéndose al grupo de soldados que, heroicamente, defendían la plaza, hasta que la situación se hizo insostenible teniendo que retirarse y reembarcar nuevamente, dirigiendo Gravina la evacuación. En esta su primera acción militar, destacó por su valor y sacrificio.

En 1796, su buque la "Mercedes"  fue asignada a la flota de don Juan de Lángara hasta que, declarada la guerra a Inglaterra, se unió a la escuadra bajo el mando del teniente general don José de Córdoba y Ramos que enarbolaba su insignia en el Santisima Trinidad, el mayor barco del mundo, de 130 cañones y el único de cuatro puentes; la escuadra zarpó de Cartagena el 1 de febrero de 1797 para  enfrentarse a la inglesa mandada por el almirante sir John Jervis y en la que figuraba el navío Captain mandado por el comodoro Nelson. Ambas se encontraron el 14 de febrero de 1797 a la altura del cabo San Vicente, sin que además de otras graves deficiencias y errores, la española nunca logró estar debidamente formada en línea de combate, causas principales del desastre naval que nos costó la pérdida de varios navíos, unos 300 muertos, alrededor de 1500 heridos y 3000 prisioneros, mientras los ingleses sólo tuvieron 75 muertos y 325 heridos aproximadamente. Los restos de la escuadra pudo refugiarse en Cádiz, donde se procedió a las carena de los navíos más perjudicados, entre ellos la fragata Mercedes, aunque no consta que sufriera bajas. Jervis fue premiado con el título de Conde de San Vicente y Nelson fue ascendido a Contralmirante, mientras que Córdoba fue inhabilitado y privado de su cargo, restituyéndose en la mando de la armada a Mazarredo que, una vez rearmados los navíos, levantó el cerco de Cádiz que sostenía Jervis. En estas acciones intervino Soto como infante de la Mercedes, que al ser enviada en febrero de 1798 con tropas a Venezuela, su batallón fue embarcado en la fragata Matilde que también había intervenido en la batalla del cabo San Vicente; pero apenas incorporado, Soto fue atacado por unas fiebres altísimas que requirieron un concienzudo reconocimiento médico, durante el cual, inevitablemente, afloró la condición de su verdadera naturaleza, descubriéndose con sorpresa que se trataba de una mujer, situación que la obligó a declarar que su verdadero nombre era Ana María Antonia de Soto. Enviado el preceptivo informe a las autoridades de la Marina, y una vez curada del mal que padecía, el almirante Mazarredo ordenó el 7 de Julio de 1798 su inmediato desembarco, a la espera de lo que, al respecto, dispusiera Su Majestad Carlos IV sobre caso tan singular que por primera vez se daba en la historia de la Infantería de la Marina Española, consignándose en el despacho que en el tiempo que ha servido se ha hallado en el ataque de Bañuls, en Cataluña, en la defensa y abandono de Rosas y en el combate naval del día 14 de febrero de 1797, como en diferentes acciones de las lanchas cañoneras y demás fuerzas sutiles de Cádiz contra los ataques de los enemigos.

 Sus destinos fueron muy diversos y en todos actuó con eficacia, disciplina y abnegación. Embarcó en las fragatas "Mercedes", participando en el combate naval de San Vicente, y "Matilde" y luchó en Aljama, Bañuls y Rosas, y en 1797 formó parte de la guarnición de las famosas cañoneras de Barceló, que con otras fuerzas sutiles defendieron Cádiz.

Pese a que su comportamiento siempre había sido ejemplar, no hubiese saltado a la fama y a la historia cuando en 1.798, después de cinco años y cuatro meses de servicio, dispuso el Almirante Mazarredo, el desembarco del soldado voluntario de Infantería de Marina, Antonio María de Soto, a quien como consecuencia de un reconocimiento médico por unas fiebres que padecía, se había descubierto que se trataba de una mujer y que, en realidad se llamaba Ana María Antonia de Soto, y no sólo la concedieron una licencia honrosa, sino el premio que correspondía a su patriótico e inusual proceder.

Por la Real Orden de 4 de diciembre de 1798 se le concedía el grado y sueldo de sargento primero de Batallones, y por otra de 24 de julio del año siguiente, "en atención a la heroicidad de esta mujer, la acrisolada conducta y singulares costumbres con que se ha comportado durante el tiempo de sus apreciables servicios...", se le otorgaban dos reales diarios por vía de pensión y "que en los trajes propios de su sexo pueda usar de los colores del uniforme de Marina como distintivo militar".


Y poco más se sabe de ella. Una pena que no le contara su historia a alguien, como sí hizo Catalina de Erauso, por mencionar a otra mujer de armas. Sí se conoce que hacia 1809, en plena guerra de la Independencia, le racanearon la pensión. Y que en Montilla al parecer regentó un estanco, cuya licencia le fue arrebatada injustamente en 1819 en época del ominoso Fernando VII. Ignoro si esta mujer es recordada por los actuales infantes de Marina , entre los que se cuentan no pocas mujeres. Espero que sí. Sería bonito que un buque llevara su nombre, ya sea pequeño o grande llevara su nombre. Pero en fin son tantos los héroes que merecerían buques y cuarteles, que siempre se les olvida. Algún día habrá que realizar recopilaciones de todos los héroes de cada época y arma de nuestros ejércitos.

Planes españoles para invadir Australia

Me sorprendió hace 2 días ver este noticia en "ABC" en su sección histórica, se ha empezado a correr por la red, la noticia es real solo falta que se muestren esos archivos españoles de los que se habla, sino es así quedará en un simple plan que hubo en varias mentes o en sus correspondencias. La operación lamentablemente no se llevó acabo, por las circunstancias políticas y la incompetencia de varios ministros de Carlos IV, como Godoy o el propio monarca. También por los tratados con Napoleón y la guerra de Independencia, más la progresiva desprofesionalización y cierto abandono que a lo largo de este reinado sufrieron las fuerzas militares españolas. Puede asegurarse, que tenía muchas posibilidades de haber salido bien y junto a los posiciones de Filipinas, teniendo prácticamente la mayor parte de América a nuestro control, hubiera frenado las expansiones inglesas en el Pacífico. Pues los militares, que se encargarían de ello tenían prestigio. Os dejo el artículo integro, pues no tiene nada de desperdicio.

Novedades sobre el tema:  hace unos días vi que Chris Maxworthy escribió un comentario al respecto en un español más o menos decente en el blog de Historia Naval de ABC "Espejo de navegantes" el 29 de enero, se sobreentiende que entiende bien el español. Pues explica que dedicó varios días de investigación y encontró los citados archivos en uno de los mejores archivos navales del mundo el del palacio del Viso del Marqués, en Ciudad Real. Que para quien no lo sepa es un magnifico palacio renacentista, con frescos de la calidad del Renacimiento italiano y mejor aún fue la casa aunque por muy poco del mejor marino de la historia de España, Álvaro de Bazán. Actualmente está muy bien conservada y es un Museo de la Armada Española, el precio es barato y merece la pena visitarlo si o sí. Y dejando esta obligada mención al palacio, Maxworthy señala que la fecha en que el plan estuvo más cerca de cumplirse según la documentación fue en 1796, en que Bustamente se trasladó a Montevideo. Para a su vez, repeler las amenazas inglesas que se cernían sobre Sudamérica, por culpa de las alianzas con la Francia Napoleónica y al provocar estás un desgaste la operación se fue posponiendo hasta quedarse en el tintero. No me llama la atención que un marino de Armada australiana como él, haya tenido que venir a España a encontrar este hecho desconocido y casi oculto. Pues en España la historiografía mediocre, que domina las universidades se centra solo en aspectos osciales y de lo peor de nuestra Historia. Siendo contados los universitarios que hacen lo contrario a estas líneas oficiales. Siendo muchos historiadores de calidad independientes, militares o hasta periodistas como Carlos Canales, que ha hecho grandes trabajos de Historia.

Descubren que España planeó invadir Australia con una gigantesca flota en 1793

El investigador Chris Maxworthy afirma que Carlos IV ordenó construir más de 100 navíos para asaltar la región

Por tierra y mar y desde las Américas hasta las tierras del continente europeo. A lo largo de los siglos, los soldados españoles han combatido a lo largo y ancho del globo y contra todo tipo de enemigos (desde nativos en las Indias, hasta samuráis en Asia). Sin embargo, siempre ha existido una región que parecía olvidada por los libros de Historia de nuestro país: Australia.
Al menos eso es lo que se pensaba hasta la llegada del investigador Chris Maxworthy, perteneciente a la Asociación Australiana para la Historia Marítima. Y es que -según afirma la versión digital del diario «Daily Telegraph»-, este experto ha descubierto una serie de documentos en los archivos de la marina de nuestro país que atestiguan que, en 1793, Carlos IV ideó un plan para asaltar Australia con una armada de más de 100 navíos. ¿El objetivo? Arrebatársela a los presuntuosos lords británicos y conseguir «llevar la lucha contra los británicos al Pacífico», según se puede leer en los susodichos documentos.

A sangre y fuego

Este curioso plan tomó forma más una década después de que, en 1780, el capitán James Cook –de la Royal Navy- tomara posesión de la región en nombre de Gran Bretaña. A su vez, se planeó una vez que, en 1788, los británicos decidieran convertir la isla en una colonia penal a la que llevar los miles de presos que copaban las prisiones de su país.
«El plan era atacar Sydney desde las colonias españolas en América del Sur con una flota de 100 buques de tamaño medio», señala el investigador en declaraciones recogidas por el diario británico. La finalidad, como explica el propio Maxworthy, era luchar por la supremacía del Pacífco contra los ingleses invadiendo la región y lograr, de esta forma, que no fuese utilizada para causar daños a los intereses comerciales que nuestro país tenía en las Américas y Filipinas.
A su vez, los documentos hacen referencia a la recomendación de usar munición incendiaria para lograr minar la moral de los británicos (a base, nunca mejor dicho, de sangre y fuego). «El objetivo era que los británicos entregaran totalmente Australia y luego expulsarles de aquella tierra. La munición «al rojo» se iba a usar no sólo para destruir los objetivos enemigos situados en tierra, sino también para producir incendios en los múltiples edificios de madera y generar pánico», destaca el experto.

Un plan que no se llevó a cabo

El plan español para tomar esta región no fue el único con patente europea. De hecho, los holandeses y los franceses ya ansiaban por aquel entonces sentar sus posaderas en esa deseada tierra del Pacífico Sur. Sin embargo, abandonaron sus planes por ser extremadamente dificultosos y por considerar que Australia no era todo lo idónea que debía ser.
 
José de Bustamante
El plan español, por el contrario, siguió activo durante varios años. Concretamente, se creó después de que el comandante italiano al servicio de España, Alejandro Malaspina, informara al Gobierno de que Gran Bretaña no sólo pretendía llenar Australia de convictos, sino que también buscaba utilizar la región con fines comerciales. A su vez, explicó al monarca español que la colonia podía ser utilizada como base para lanzar un ataque contra los territorios españoles.
Malaspina recibió el apoyo de su segundo en la expedición, José de Bustamante y Guerra, quien –según los documentos encontrados– fue el que propuso la invasión militar a Carlos IV. Al monarca debió gustarle la idea, pues envió a este marino a Montevideo para que comenzara a dar forma a una gigantesca flota con la que asaltar la región. «Bustamante fue el encargado de defender América del Sur de una invasión británica y llevar la lucha a los británicos en el Pacífico», añade el experto.
Tras la salida a la luz de estos documentos, algunos historiadores se han atrevido a afirmar que los españoles llegaron a conquistar la colonia durante un breve periodo de tiempo, hasta que volvió a ser retomada por los británicos. Fuera como fuese, lo único cierto es que el plan fue cayendo en el olvido hasta que, por una causa u otra, se abandonó.

Martín Alvarez. Otro gran héroe español de la Armada casi desconocido

Fue un granadero de infantería de Marina de finales del siglo XVIII, aparte de un gran soldado que luchó por la integridad del imperio español contra los piratas ingleses. Una anécdota es que lamentablemente actualmente ningún buque lleva el nombre de este hombre desde 1995 en que fue retirado el buque de desembarco L-12, esperemos que este periodo de olvido acaba pronto y le pongan el nombre aunque sea a un patrullero. Os dejo esta soberbia biografía realizado por una de las mejores revistas web de Historia Naval en español, "Todo a Babor".

El granadero Martín Álvarez 

Agradecimiento especial a Javier Galván Campano por el envío de la mayor parte de la información.
Nació Martín Álvarez en Montemolín (Badajoz) en 1766. Era hijo único del matrimonio de Pedro Álvarez y Benita Galán. El señor Pedro Álvarez carretero por herencia iba de ordinario de Montemolín a Olivenza y Badajoz. Su mujer, Benita Galán, era hija de un antiguo soldado que en muchas batallas había derramado su sangre defendiendo la causa de Felipe V.
En las largas noches de invierno, sentados a la lumbre, la madre de Martín, durante las largas ausencias de su marido, contaba al niño hechos ocurridos a su padre, que llegó hasta el grado de Sargento en las tropas de Felipe V, habiendo de retirarse del Ejército al perder un brazo en la toma de Badajoz, ocupada por los ingleses, portugueses y austríacos.
Desde los 16 años Martín acompañaba a su padre en algunos viajes a Olivenza y Badajoz. En uno de estos tuvieron un encuentro con la banda que dirigía el capitán Bruno.
Muy temprano salieron Martín y su padre, al que los conocidos llamaban “tío Pedro” en uno de los viajes y hallándose el padre dormido sobre el carro mientras Martín cantaba montado en una de las mulas que tiraban del carro al internarse el camino por entre un pinar, un hombre a caballo le salió al paso diciendo –la bolsa o la vida-. Salta Martín de la mula y coge dos piedras mientras el de a caballo le apuntaba con una pistola y le dice: - Procura hacer buena puntería pues como falles el tiro eres hombre muerto -. En esto se despierta el padre a la vez que por el pinar llega el Sr. Bruno con dos hombres más a caballo y conociendo que se trataba del tío Pedro, le dice al primer bandolero: - Guarda la pistola Zurdo, que ahora no es menester -. Y acercándose al tío Pedro le dice: - ¡saque la bota tío Pedro!. ¿Qué novedades hay por el pueblo?. Perdona el susto pero es que el Zurdo es nuevo en la partida -. Y mirando a Martín le dice: -¿Y a todo esto que pensaba hacer el jovencito para defenderse? -. A lo que Martín contesta: - Lo que hiciera cualquier hombre honrado a quien intentan quitarle lo único que tiene, defenderme y si es preciso hasta perder la vida -. A lo que contesta el capitán Bruno: - ¡Bravo!, Tío Pedro. Qué lastima que su hijo en vez de carretero no se dedicar a la milicia, le pronostico que había de ser un buen soldado -. Y contesta el tío Pedro: - Eso es lo que hace falta Sr. Bruno, que a los cuentos que su madre le tiene metidos en la cabezale venga usted diciendo eso -. Marcharon los bandoleros sin molestarles y continuó el viaje sin dejar de pensar Martín en la conveniencia de hacerse soldado.
Muerto el padre siguió Martín con el oficio de carretero, comenzó a enamorarse de María, hija del mesonero Antonio Gil, del mesón nuevo de Montemolín y de Nicolasa Benklar, hija de un alemán, la cual no estaba de acuerdo con los amores de Martín y en cambio quería casar a su hija con Jaime, hijo del molinero,y más rico que Martín.
A la vuelta de uno de los viajes se encuentra Martín con la doble triste noticia del fallecimiento de su madre y del casamiento casi forzado de María con Jaime. Entonces decide hacerse soldado.
Va a Sevilla donde muestra sus deseos de alistarse en un regimiento de caballería, pero topa con los de la Armada. ¿Qué hacían alistadores de la Armada en Sevilla?. Por aquel entonces los batallones de Infantería de Marina tenían en Sevilla, Granada y otras capitales destacadas partidas de hombres que eran bien pagados, tenían buena presencia y lucían sus lustrosos uniformes para intentar captar voluntarios para la Armada; en Sevilla había un pequeño destacamento de reclutación compuesto por un Capitán, un sargento, dos cabos y doce granaderos escogidos, uno de los cuales era Lucas García, granadero de marina, el cual vestía con arrogancia una buena casaca azul turquí, con solapa encarnada vuelta hacia fuera, calzón azul, charreteras encarnadas, gorra de pelo con manga grana terminada en borla amarilla, cuyo uniforme lucía adoptando un aire marcial que impresionaba.

Quedó encantado Martín con su nuevo amigo Lucas García, pero este viendo la preferencia de Martín por servir en caballería, para no decepcionar e impresionar al aspirante, llamaba a su Regimiento "Los Dragones del Viento" y a sus barcos, caballos con nombres de Santos.

Así pasó a ser soldado de la Tercera Compañía del Noveno Batallón de la Infantería de Marina, un 26 de abril de 1790, dando su talla cinco pies y siete pulgadas.
De Sevilla marchó a Cádiz. Tras la instrucción y una temporada de vigilancia en los Asenales, el 16 de septiembre de 1792 embarca como soldado en el navío “Gallardo”, de 74 cañones, pasando de Cádiz a Cartagena.
El año 1793 España e Inglaterra estaban aliadas en guerra con Francia donde Robespierre y sus secuaces artífices de la Revolución Francesa habían dado muerte a Luis XVI, con quién los soberanos de España e Inglaterra tenían tratados de amistad. El Teniente General de la Marina D. Francisco de Borja fue encargado de mandar la Escuadra que debía salir de Cartagena. Desde allí se dirigió a Barcelona como centro de operaciones para el bloqueo de las costas de Francia. En un mensaje del Almirante inglés Hood que bloqueaba Marsella y Tolón pedía seis buques españoles para que le auxiliasen y uno de los enviados fue el "Gallardo" donde servía Martín Álvarez. Cuando llegó este refuerzo ya los españoles e ingleses habían tomado Tolóny puesto por gobernador de aquella plaza al heroico militar D. Federico Gravina. Entusiasmó de tal modo esta victoria de los españoles que D. Francisco de Borja decidió desalojar a los franceses de las islas de San Pedro y San Antíoco al Sur de Cerdeña tomadas por los franceses. Allí se encaminó el “Gallardo” y conseguido esto se volvió de nuevo a Cartagena.
El año 1794 figura Martín Álvarez en la lista de la tropa nombrada para transbordar al “San Carlos” en un viaje a las Antillas para convoyar a los buques y transportes que conducían gentes y pertrechos para la defensa de las Antillas.
granadero de marina
  • Granadero de Infantería de Marina de la Real Armada española de fines del XVIII. Los granaderos eran soldados de infantería de marina escogidos y que luchaban siempre en primera línea, abriendo camino con sus granadas a los fusileros.
En 1796 figura en la guarnición del navío “Santa Ana”, de 112 cañones. Pasa después a la guarnición del “Príncipe de Asturias”, también de tres puentes y 112 cañones, y el 1 de febrero de 1797 pasó al “San Nicolás de Bari”, de 74 cañones, al mando del Capitán de Navío D. Tomás Geraldino, que se hizo a la mar con la Escuadra que desde Cartagena hizo rumbo a Málaga y al Atlántico donde debía recibir un gran convoy.
Cuenta el General Bermúdez de Castro en su publicación de “Combate naval del Cabo de San Vicente y el granadero Martín Álvarez” que encontrándose en Gibraltar a donde había ido con motivo de la Exposición de la Marina del año 1885, vio entre los cañones tomados por los ingleses en Aboukir, Trafalgar y San Vicente, uno que era una verdadera joya, de bronce, con un precioso cascabel con dos delfines en sus asas, y esculpido el escudo de España con el “Carolus III”. Un oficial inglés que le acompañaba le dijo: “Del San Nicolás, en la batalla del Cabo de San Vicente”.
Vio asimismo en la casamata donde se encontraba el cañón una plancha de hierro donde figuraba escrito un texto en Inglés que traducido por el oficial al Castellano decía: “14 de febrero de 1797.-Batalla Naval del Cabo de San Vicente. ¡Hip Capitán! ¡Hip San Nicolás! ¡Hip Martín Álvarez!".
Dice el General Bermúdez de Castro que en su ignorancia creyó que el San Nicolás sería el Santo del día, y el Martín Álvarez algún español que se había distinguido como capitán al servicio de Inglaterra.
Ante la expresión dubitativa del general Bermúdez de Castro, entonces con el grado de Teniente de Marina, el oficial que le acompañaba, prometió mandarle una crónica de la batalla con quién tenía relación aquel cañón. El oficial se llamaba Sir John Butler.
En esta época de fines del siglo XVIII, año 1797, España tenía concertada una alianza ofensiva y defensiva con el Directorio francés por el tratado de San Ildefonso.
La crónica del oficial inglés relataba la batalla, y al llegar a la parte que nos interesa decía:
  • “../..Pero en el barco español “San Nicolás de Bari” queda algo por conquistar. Sobre la toldilla arbola la bandera española que flota al viento cual si todavía el barco no se hubiese rendido. Un oficial inglés que lo observa va a ella para arriar la bandera. Antes de llegar un soldado español, de centinela en aquel lugar, sin apartarse de su puesto, le da el alto, el oficial no le hace caso y se acerca, el sable del centinela lo atraviesa con tal fuerza que lo queda clavado en la madera de un mamparo. Un nuevo oficial y soldados se acercan y el centinela no logrando desasir su sable de donde se hallaba pinchado, coge el fusil a modo de maza y con él da muerte a otro oficial y hiere a dos soldados. Da después un salto desde la toldilla para caer sobre el alcázar de popa donde lo acribillan a tiros los ingleses. Nelson que ha presenciado la escena se aproxima al cadáver silencioso.Urge desembarazar los barcos de muertos y ruina y se comienza a dar sepultura a los muertos. Todos tienen el mismo trato. Una bala atada a los pies. Un responso del capellán y por una tabla deslizanse hundiéndose en el mar. Al llegar al turno al centinela español, Nelson ordena que se le envuelva en la bandera que había defendido con tanto ardor.
A Nelson se debe que el nombre de este granadero Martín Álvarez no quedase en el anonimato y figure en la casamata que se encuentra en Gibraltar, un cañón de su barco.
Los ingleses comprueban que el centinela Martín Álvarez no estaba muerto, sino mal herido. Lo curan, lo llevan a Lagos, en el Algarve al sur de Portugal y le dan pasaporte para volver a España, aunque desde otras fuentes se indica que escapó de dicho internamiento.
Desde Lagos, dice Arnao viajó a Montemolín y luego a Sevilla y posteriormente a Cádiz para testificar en la causa instruida para la averiguación de la conducta del comandante y los oficiales del “San Nicolás de Bari” lo mismo que de los demás buques en el desastre del Cabo de San Vicente.
Su Majestad el Rey confió el papel de Fiscal de la causa al Mayor General de la Armada D. Manuel Nuñez Gaona.
En el interrogatorio de Martín Álvarez se dijo lo siguiente:
  • El General Núñez: - ¿Se encontraba en el navío “San Nicolás de Bari” con ocasión de rendirse este barco a los ingleses?-.

    Martín: - Yo no he estado nunca en el “San Nicolás de Bari” en ocasión de rendirse a los ingleses.

    El Fiscal: - ¿No te encontrabas en el “San Nicolás de Bari” el 14 de febrero?-.

    Martín:-Sí señor­-.

    El Fiscal: ­-¿Y no fuiste después a poder de los ingleses?-.

    Martín:- Si señor-.

    El Fiscal: - Entonces, ¿por qué niegas haber estado en el “San Nicolás de Bari” con ocasión de redirse a los ingleses?.

    Martín: - Porque el “San Nicolás de Bari” no se rindió, sino que fue abordado y tomado a sangre y fuego-.

    El Fiscal: - ¿Y a qué llamáis entonces rendirse?-.

    Martín: - Yo creo, que no habiendo ningún español cuando se arrió su bandera, mal pudieron haber capitulado.

    El Fiscal: -¿Pues donde estaba la tripulación?-.

    Martín: - Toda se hallaba muerta o malherida-.
Tras la investigación sumaria que se instruyó por el combate el Fiscal se expresa:
  • "No puedo pasar en silencio la gallardía del granadero de Marina Martín Álvarez, perteneciente a la tercera compañía del noveno batallón, pues hallándose en la toldilla del navío San Nicolás cuando fue abordado, atravesó con tal impetu al primer Oficial inglés que entró por aquel sitio que al salirle la punta del sable por la espalda la clavó tan fuertemente contra el mamparo de un camarote, que no pudiendo librarla con prontitud, y por desasir su sable, que no quería abandonar, dió tiempo a que cayera sobre el el grueso de enemigos con espada en mano y a que lo hirieran en la cabeza, en cuya situación se arrojó al alcazar librándose, con un veloz salto, de sus perseguidores".
Por los méritos recogidos en la batalla, se le quiso como premio ascender a cabo, impidiéndolo su analfabetismo, aprendió a leer y escribir en pocos meses y fue nombrado cabo el 17 de febrero de 1798 y en agosto de ese mismo año cabo primero, al poco embarca en el navío "Purísima Concepción" de 112 cañones de la escuadra de Mazarredo y parte hacia Brest (Francia), al unirse en Cádiz con la escuadra española y la francesa de Bruix.
El 12 de noviembre llegó una urca destinada a la correspondencia, y una de las cartas era un escrito oficial que se refería a Martín, entoncés se izó una bandera encarnada como señal infalible de algo extraordinario, e inmediatamente fue comunicada la orden para que toda la guarnición y tripulación del navío formase sobre cubierta, se adelantó el comandante del "Concepción" y mandó salir de la formación al Cabo Primero de granaderos Martín Álvarez, se leyó un Decreto Real por el cual se le concedía cuatro escudos mensuales como pensión vitalicia. A su vez ostentó en el brazo izquierdo el escudo de premio que llevaban los indivíduos de la clase de tropa por acciones distinguidas de guerra.
  • "El Rey nuestro señor, ha visto con satisfacción el denodado arrojo y valentía con que se portó a bordo del navío San Nicolás de Bari, el granadero de la 3ª Compañía del 9º Btallón de Marina MArtín Álvarez, cuando el 14 de febrero de 1797 fue dicho buque abordado por tres navíos ingleses;pues habiendo Alvarez iimpedido por algún tiempo la entrada a un trozo de abordaje, supo también defender la bandera que el Brigadier D. Tomás Geraldino le había confiado antes de su muerte, y con su valor hizo de modo que aquella se mantuviese arbolada aun después de todo el grueso de los enemigos tenían coronado su navío. Teniendo también S.M. en consideración de la honrada conducta que en el servicio observa Martín, se ha servido concederle 4 escudos mensuales por vía de pensión vitalicia, en premio de su bizarro comportamiento; y es su real voluntad que se les haga saber esta benébola y soberana disposición, al frente de toda la tripulación y guarnición del navío donde se halle embarcado".
Estando la escuadra del General Mazarredo en Brest (Francia) en cumplimiento de los planes de Napoleón, una mañana en que Martín Álvarez estaba de guardia en el navío “Concepción”, sufrió una accidental caída, dándose un fuerte golpe en el pecho por lo que hubieron de desembarcarlo e ingresarlo en el Hospital de Brest, donde falleció el 23 de febrero de 1801.
Como recuerdo a este héroe, la Armada, en una Real Orden de 12 de diciembre de 1848, dispuso que permanentemente un buque llevase el nombre de este glorioso marino.
En 1936 se inauguró un paseo en Montemolín, su pueblo natal, con una estatua del heroico marino a cuyo acto asistieron el Gobernador Civil, el Obispo de la Diócesis, el Almirante Bastarrechey una compañía de Guardias Marinas de San Fernando, con banda , que desfiló por la población.
monumento en Montemolin
  • Monumento a Martín Álvarez en el pueblo donde nació, Montemolín (Badajoz), 1766.
  • Basado en:

    Novela histórica “Martín Álvarez” de D. José de Arnao y Bernal, Comandante de Infantería de Marina. Editado por la Biblioteca de Camarote de la Revista General de Marina.

    Publicación “Batalla Naval del Cabo de San Vicente y el granadero Martín Álvarez” del General Bermúdez de Castro.

    Trabajos realizados por D. Horacio Mota Arévalo, ilustre médico de Montemolín.

    Las notas de los primeros años de vida de Martín Álvarez son exactos, y los debemos a la curiosidad del entendido abogado D. Ramón Viu, quien procuró informarse de estos antecedentes, cuando, en 1848, dispuso S.M. se eternizase en la Armada la memoria de este granadero.
Real Orden de 12 de diciembre de 1848.R. O.de 12 de diciembre de 1848. Resolviendo que haya perpetuamente en la Armada un buque que se denomine “Martín Álvarez”.
  • Excmo. Sr.la Reina Nuestra Señora, de conformidad con el parecer emitido por V.E en su comunicación 1354 de fecha 5 del corriente mes, referente a la propuesta del Mayor General, se ha dignado resolver que en lo sucesivo haya perpetuamente en la Armada un buque del porte de 10 cañones para abajo que se denomine Martín Álvarez, para constante memoria del granadero de Marina del mismo nombre perteneciente a la 3ª Compañía del 9º Batallón, que hallándose embarcado en el navío San Nicolás se distinguió por su bizarría sobre la toldilla del mismo el 14 de febrero de 1797, al rechazar el abordaje de un buque inglés de igual clase, el Capitán, donde arbolaba su insignia el Comodoro Nelson; siendo en consecuencia la Real voluntad que desde luego lleve el referido nombre la goleta Dolorcitas.
  • Quiere al mimo tiempo S.M. que esta soberana resolución se lea al frente de banderas a los batallones de Marina, como premio debido al mérito que contrajo aquel valiente soldado cuya memoria debe ser eterna en los anales del Cuerpo al que perteneció.
  • De Real Orden le digo a V.E. a los fines consiguientes y en contestación.
  • Dios Guarde a V.E. muchos años.
  • Madrid 12 de Diciembre de 1848. El Marqués de Molins.
  • Sr. Subdirector General de la Armada.
Buques de la Armada española que han llevado el nombre de "Martín Álvarez".
  • La goleta “Dolorcitas”, de 7 cañones, fue llamada “Martín Álvarez” (1849-1850), naufragó en la costa de Burdeos (Francia).
  • Falucho Guardacostas de 1ª clase “Martín Álvarez”.
  • Cañonero de hélice de 207 toneladas “Martín Álvarez”. (1871-1876). Construido en La Habana. Disponía de un cañón y máquina de 30 CVn. Utilizado por el Servicio en Cuba. Pereció en el Río Canto.
  • Cañonero de hélice de 173 toneladas “Martín Álvarez”. (1878-1882). Prestó servicio en Filipinas.
  • Buque de desembarco (L-12) “Martín Álvarez”. (1971-1995). Construido en los Astilleros de Cristy Corporation de EE.UU. El 15 de junio de 1954 con el nombre de “Wexford Contry” (LST-1168). Fue entregado a la Armada Española por los Estados Unidos, el 29 de Octubre de 1971 en la base naval de San Diego (California).